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1986-04-22

idatzi mota: Iritzi artikulua

Defensa del ferrocarril del Valle del Urola (I)

Hace ya bastante tiempo que la gente del Urola siente amenazado su tren, justamente desde el día en que las Altas Instancias pusieron la trampa de las razones «sentimentales (históricas, románticas...)» como únicas defensoras del ferrocarril, lo cual era otro modo de decir que las otras todas —dicho en sus propios términos, «económicas, de modernidad»—, o, simplemente, la razón, la tenían ellos consigo. Y ha querido hablar la razón por boca de una Empresa especializada, no se sabe en qué, si en desmantelamiento de ferrocarriles o en últimas sentencias en general; y han hablado altos tecnosabios autonómicos de impactos y contraimpactos, confirmando, con el uso de términos balísticos, lo negro de sus intenciones. Proponen así, la sustitución del ferrocarril por una línea de autobuses administrada por una empresa privada, aspecto tristemente conocido por la gente del Urola por ser el modelo de comunicación que «une», por ejemplo, Azcoitia y Azpeitia con Tolosa y también, es un decir, con Elgoibar; parece ser también, por ejemplo, como oportunamente han venido avisando los propios «beneficiarios» a través de las ondas, el modelo de padecimiento de las gentes del valle de Léniz, precisamente después de la defunción de su ferrocarril. Todo lo cual, sin embargo, parece ser lo que aconsejan sus razones «económicas y de modernidad».

Se dice también que el ferrocarril será siempre deficitario, pero se olvida que pasa lo mismo con la mayoría de los servicios públicos, empezando por los llamados servicios a secas, y, sin embargo, a nadie se le ha ocurrido la sustitución de éstos (sustitución, en todo caso, por qué?), que son, como el ferrocarril del Urola, insustituibles y manifiestamente mejorables. Pero lo verdaderamente sangrante del asunto viene cuando se proclama que en el valle del Urola no hay el suficiente número de gente que, al parecer, es necesario para disponer del ferrocarril, y que con unos cien mil (!) habitantes más la cosa sería muy distinta; tan distinta —podemos añadir—, que el valle del Urola ni se parecería a lo que es hoy, sino que sería muy distinto; sería bastante más mísero e inhabitable que lo que hasta ahora han conseguido hacer de él. Y, con todo, es precisamente esta la condición que se pone para la «viabilidad» del ferrocarril, con lo cual para la Administración de Nueva Euzkadi y los tecnosabios que la sirven, las comodidades y demás gracias del ferrocarril deben ser debidamente pagadas con la correspondiente cuota de bloques de cemento, basura y desolación superpoblada. Y, claro, no podían permitir que el valle del Urola pudiera alegremente librarse de esta nueva modalidad de penitencia progresada y seguir usando de un ferrocarril mejorado sin la molestia de ser tampoco demasiados los que la usan. Pues ocurre que se está ordenando de tal modo la cosa que sólo los centros tengan el consuelo de estar unidos por el ferrocarril, pero no los simples valles y lugares: ejemplo significativo de todo esto, y aviso de lo que podría venir, lo tienen en los valles de la montaña navarra.

*** Oharrak: Gaztelaniaz. Testuaren bertsio berriago bat dago, makinaz idatzia.
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Jatorria: Egin

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Gaiak: Urolako trena

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